miércoles, 22 de abril de 2015

Sin nombre

Somos cuerpos volubles
sintonizados por una mirada,
encaminados por un ansia,
atormentados por una separación.

Somos almas cantoras
de un mundo abismal,
de un sueño visceral,
de un duelo pasional.

Cuando los astros
coinciden en un compás,
arman una red de colores,
un bosque de sonidos,
y un anochecer de estrepitosas lluvias de emociones,
colisiones de sabores
y éxtasis de fragancias.

Dos estrellas intactas
fijan su trayecto
hacia dos
estrellas hermanas.

La luna
más sutil y magnífica
se retuerce
en una sonrisa

Las constelaciones
se esparcen
iluminando a todo
el que se asome.

Las ramas
más finas y fragantes
forman alianza
en el arbusto
más frondoso y colorido
que se pudiera
fabular.

Pero un rasgo llama
profundamente la atención;
¡y es que si hay algo que
no hace comunión
ni quiere acercarse
a sus espejos gemelos
son esos bellos
y deseados
contornos rosados
que emiten la voz
de lo oculto,
de lo sagrado,
la voz del viento
rozando
tu pelo...

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