lunes, 28 de septiembre de 2015

Viento primaveral 1

Desde hace un tiempo
que no puedo conciliar sueño plácido,
al contrario,
un dolor en el pecho
se mantiene como luz potente encendida
que no deja dormir,
que no duerme.

He deseado beber
para olvidar
como dicen las generaciones del presente,
he deseado una anestesia,
que me domine,
que me encauce hacia la tranquilidad,
de las aguas de un mar en tormenta.

La soledad viene a mi encuentro
con los vientos primaverales,
con la vitalidad viva del renacer
de los bosques y los ríos en eterno devenir.
Es una máscara,
el calor,
de un frío interno y desconsolado.

Ya no sé, cómo
hacerle entender al ocaso
que mi cuerpo
expulsa brisas correntosas,
como la primavera,
nubla los cielos,
como el otoño,
llueve las calles,
como el invierno,
y abriga mis manos,
como el verano
llena de energía mi andar.

Es este amor tan obstinado,
tan desobediente,
tan deseoso
y tan generoso...
Tan brutal y doloroso...

No pretendo que aceptes aquellos destinos riesgosos
que te invita mi sentir,
más sólo quisiera
el no sufrir el final
de una semilla que apenas germina.

No quisiera arrancar las raíces
que mi ser enrraizó en ti,
más sólo quisiera
ser llevado por tu ser
a vivir, a gozar,
y no tener el arrepentimiento como compañero
de futuras aventuras.

Arrepentimiento
de dejar
un amor,
de abandonar
la posibilidad
de vivir-te...
de amarte como acaricia el viento
tus mejillas rojas.

Regálame tus miradas
cuando desfallezca,
regálame tu compañía,
antes de mi muerte,
regálame tu amor,
antes de irme...

miércoles, 23 de septiembre de 2015

A 4 meses

Aquí me tienes otra vez,
entregado al arrojo peligroso
de un futuro atemorizante
y una posibilidad de tocar las nubes con el cuerpo entero.

He querido borrarte,
he visto tus ojos mientras los míos
se inundan de tu figura en el reino de los sueños,
y siempre comprendo
que eres imborrable,
eres el fuego que nunca antes había adolecido,
eres el mar que eterniza todos los espacios,
eres el fulgor que bombea mis entrañas.

Quisiera tener tu presencia llena, viva, vibrante,
a mi lado esta noche,
y las hermosas noches venideras
poder brillar junto a ti
como dos estrellas hermanas,
concientes de una distancia abismal del cosmos,
pero decididas a acompañarse en el cielo nocturno,
en el mundo terrible;
que nos hace frágiles,
que nos hace mortales,
en la realidad agobiante
hacernos uno y ser la chispa que haga florecer
los rincones que recorremos.

Y mientras escribo...
las lágrimas corren por las mejillas,
emocionadas de un deseo tan genuino e intenso,
cubriendo el rostro azotado por la separación.

A 4 meses de la sinceridad primera de los cuerpos enardecidos,
desespero por vivir aquellos recuerdos como en presente instantáneo.
A 4 meses de rozar los labios más suaves y bellos del universo,
desespero por recitarte estas palabras al oído.
A 4 meses...
Sólo pienso en poder vivir junto a tu maravillosa compañía,
a tu profunda mirada, tu suavidad entera
y tu voz que es voz de la noche, del cielo.

Amo tanto la noche y el cielo
como tu ser siendo,
y amar la noche, el cielo y tu ser
es amar toda la vida entera.
No se puede pedir más...

Y pienso, y siento, y lloro, y grito, y deseo:
Cómo invitarte a ver anocheceres eternos,
cómo hacer del cielo nuestro lugar,
cómo llenarte de encanto con el viento primaveral...

sábado, 19 de septiembre de 2015

El fuego y el viento de la montaña

Entre ínfimos alientos
la montaña es lugar
del encuentro con el carruaje de las estrellas,
del advenimiento de la mortalidad inacabada,
del destello de los brillos nocturnos.

La noche en la cúspide
es solo para valientes,
solo para locos y amantes,
encontrar calor donde solo hay frío,
es solo para enamorados.

Y mirar hacia abajo,
hacia las insanas e ilusas guerras a medias,
es más frío cuando el alba
no se acompaña con nadie,
cuando la espada se empuña contra la tempestad incalculable de la tormenta.

No hay abrigo que abrace
la infinita debilidad del ser
pero hay consuelo en el viento de la montaña:
la vida es testigo de la vida,
la piel se hace puerta abierta, el corazón se hace pecho y la vitalidad se hace tacto.

¿Y cómo sentir de otra forma?
El viento se hace fuego.
El fuego se hace viento.
El amor es puro fuego y viento.
Y el fuego es más carne que mi carne, es más sangre que mi sangre, es más vida que mi vida

martes, 15 de septiembre de 2015

Recuerdo...

Recuerdo

Recuerdo aquella primera vez en que aparecí en tus sueños...
Recuerdo ese caminar a ojos cerrados, confiando plenamente en la compañía del otro...
Recuerdo esa vez que te soñé abrazada a mi cuerpo, unida en un deseo de amor...
Recuerdo aquel primer abrazo sorpresivo y lleno de lágrimas y de emociones nacientes...
Recuerdo aquellas conversaciones interminables, que duraban hasta el ocaso de la noche y que me hacían vibrar el cuerpo de pura emoción...
Recuerdo las noches oscuras en una banca desierta, donde cada palabra, mirada y roce eran indicio de una complicidad...
Recuerdo el contacto ínfimo de nuestros pies en aquellas maravillosas instancias inspiradoras, tan intencionales y tan disimulados que eran...
Recuerdo cuando nació de mí uno de los primeros escritos que con tanta pasión te lo canté, porque tú eras la musa de mi inspiración...
Recuerdo aquella noche en que te profesé mi incipiente amor y te dediqué las palabras que hoy me penan: "eterno amor imposible"...
Recuerdo aquellas coincidencias cotidianas... ese asombro por lo parecido de nuestra forma de ser...
Recuerdo noches estrelladas, frías, eternas y de ensueño... noches en que la vida se hizo presente en mi cuerpo...
Recuerdo aquella obra, aquel miedo en conjunto, aquella magia tan sabrosa y tan dulce que gocé entre penumbras...
Recuerdo sueños de viajes a parajes desconocidos, cuerpos desnudos danzantes en bosques iluminados por la luz de la luna...
Recuerdo momentos tristes... lágrimas caídas y luego fulgor entre las sombras...
Recuerdo cada beso, cada abrazo, cada mirada y cada vez que nos entregamos en el acto del amor como un regalo de la vida...
Recuerdo tanto, que no me cabe en las palabras...
Y no entiendo cómo solo yo lo viví de esta forma...

Tengo miedo... de que tu memoria no recuerde como yo, de que no desees que aquellos recuerdos vuelvan a ser vividos...

viernes, 11 de septiembre de 2015

...

Se me hace urgente escribir para liberar un poco esta desesperación que no me deja ni respirar.
Se me hace urgente porque no encuentro ni salida ni compañía en esta fría y solitaria pieza, tan ajena, tan grande y tan triste. Este cuarto solo ha tenido vida dos veces, las dos veces en que la presencia de aquella mujer colmó y desbordó el calor y la inmensa alegría que me traspasó. Pero hoy no, ni ayer. Esta pieza ahora es un sucucho de paredes heladas, de una cama dura y antipática que me recuerda a cada instante que estoy solo. Antes me gustaba la idea de tener una cama de dos plazas, ahora es ingrato el introducirme en ella y darme cuenta que a mi lado no hay nada más que un espacio vacío. El mismo espacio vacío que me acompaña la mayor parte de mi vida, en esta soledad tan agria y violenta. No es una soledad bella, en la que uno decide alejarse para encontrarse con sí mismo. Es una soledad maldita porque ni siquiera uno mismo se puede acompañar, ya toda la vida te da la espalda y las personas que viven contigo son algo así como sombras que deambulan cerca, pero que nunca entablan relación con uno.
Es difícil vivir esta soledad, porque más que perder una compañía, se pierde la vida misma, se pierde la única forma de entrar a otro mundo, a otra vitalidad, a otro sentir. Se pierde el poder vivir, se pierde el buscar el camino y solo se encuentra esta soledad. No hay nada peor que vivir la soledad sin tener amigos con quien luego compartirla, no hay nada peor que alejarse sin que nadie se de cuenta de aquello.
Me desespero y quiero gritar, quiero correr, correr lejos, a buscar inspiración, a buscar tranquilidad, a buscar sabiduría. Ahí es cuando digo: ¿y dónde? ¿dónde se puede ir, si no hay ni arraigo que afirme un volver a comenzar, ni horizonte que inspire mayor valentía? ¿cómo encontrar una vitalidad dentro de esta miseria? Creo que he perdido mucho, mucho de lo que me hace latir el corazón. Hoy se mueve solo por una pena y una cotidiana masacre.
Y cuando aquel hombre pregunta su pregunta: ¿cómo va la vida? Mi corazón siente que no hay vida más que la sobrevivencia, mi mente piensa alguna estupidez inteligente y mi boca profesa: "aquí estamos".
Hoy, aparte de la pena, lo que encarno es pura desesperación. No hace más que tiritar mi cuerpo, aunque eso podría ser buena señal de que aún siento. Mis ojos, ya cansados de escupir tristeza, arden como el fuego que corre por mis venas. Quisiera regalarte mi sangre, quisiera entregarte mis entrañas. Porque esta pena y esta desesperación no cabe más en mi.