Un día quiso nacer
la descendencia del prodigio celestial
en un alma mortal,
en una carne pasión.
Pero los hombres ya reinaban
el cemento asesino,
y apuñalaban
cada corazón doliente.
Mas la conexión de las estrellas
siempre ha sido
sangre para el todo,
de su justicia no hay escapatoria.
Y como dejando
su nombre etéreo y mágico
se aparecieron como guardianas
de la vida
ahí
En la impresición del entendimiento,
en el océano visceral
donde los creadores y creados