miércoles, 27 de mayo de 2015

La muerte y la soledad

Se muere...
la ilusión del alma acompañada,
la dulzura del cuerpo silencioso,
el misterio del ocultamiento

Es enjaulada...
la fuerza vital del corazón arrojado,
la singular mirada del amado pecado,
la esperanzada comunión de los labios lanzados.

Incrédulos ojos
miran al ser desnudo
que corea la tonada
de la súplica.
Las doradas piedras
se encauzan al enflaquecido pudor
con desinteresada frialdad
cayendo la torre de la fatalidad.

¡Solo hay muerte!
Es lo que avistan las pupilas.
¡Solo hay desamor!
Es lo que palman las manos.
¡Solo hay desconfianza!
Es lo que sienten las venas.
¡Solo hay soledad!
Es lo que encarna el corazón.

La muerte es compañera ingrata
de los porfiados hombres que aspiran
a poseer la belleza de lo proscrito.
"No se puede poseer aquello
que conmueve las entrañas",
es lo que dice para los estúpidos
jóvenes que anhelan la libertad.

Solo el amor
puede encaminar
a la belleza.
Pero solo encamina
con profunda tristeza,
porque lo bello
solo se ausenta.

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