Noche,
agitaciones del cuerpo
fulgurado por el movimiento y el sudor.
Dolor en el pecho,
angustia y,
de pronto
se ve:
Azul
nubes
frío
viento,
mucho viento.
Azul, otra vez
nubes, otra vez
frío, otra vez
viento, otra vez
mucho viento, otra vez.
Azul y fuego
y el mar azotando las costas
de una playa imaginada.
Nubes y el cielo
pintado como con un algodón
entintado con colores sombríos.
Frío y erizando
la piel, mi piel,
hecha frágil por la desgarradura del corazón.
Viento y el horizonte
mira dentro de mi
con su afilada eternidad.
Mucho viento y mira
otra vez, agita la memoria
contra el movimiento danzante de lo que vuela.
El azul oscuro oculta
las nubes ocultan
el frío oculta
el viento oculta
y vuelve a ocultar algo que no se sospecha
en la ingenuidad de mi estado.
Los granos de arena susurran
las piedras susurran
el agua susurra
y la luna susurra...
No sé,
digo,
no sé qué se oculta
tras la imagen
de la naturaleza triste y melancólica.
Y de pronto,
comienzo a entender
y cuando cierro los ojos,
o cuando me doy cuenta que están ya cerrados,
comienzo a ver
a ver sin ojos.
Qué se oculta
qué susurra
qué veo.
Son mis sueños de medianoche
los que ocultan
los que susurran
y los que me muestran:
Tus ojos
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